Proyecto escolar del Huerto del Monte Ciocci (Roma)

Huerto ciudadano

Introducción

La buena práctica identificada consiste en acoger en el huerto a alumnos de la escuela durante largos periodos. Los alumnos vienen a participar en las actividades del huerto a intervalos regulares, a veces durante varios años. De este modo, la concienciación sobre la conservación de la naturaleza y el aprendizaje de la horticultura pueden arraigar más en ellos que durante visitas puntuales.

Tema de la actividad

Educación medioambiental, educación para el desarrollo sostenible

Organización

Orti Urbani Monte Ciocci

Estatuto jurídico

Organización no gubernamental

Año de creación

2014

Ubicación

Via Domizia Lucilla 40, Zona Balduina-Monte Mario 00136 Roma RM, Italia

El huerto de Monte Ciocci es un huerto urbano comunitario situado en el noroeste de Roma, en una colina residencial acomodada que domina la ciudad y da al Vaticano. Los voluntarios son principalmente jubilados, pero también hay trabajadores (todos de clase social más bien alta).
Flavio, presidente de la asociación (un joven ingeniero de unos cincuenta años), es también el hortelano local. Arianna, secretaria de la asociación, es profesora de ciencias naturales.
El huerto, creado hace 10 años, no es muy grande (1600m2, 17 parcelas, unos 50 voluntarios) pero está muy bien cuidado y acoge numerosas actividades. Inicialmente centrado en la producción de hortalizas, con el tiempo se ha convertido en un espacio que ofrece numerosas oportunidades para la socialización. Así, además de la presencia de parcelas cultivadas, que combinan numerosas flores y hierbas perennes, también hay un huerto, un pequeño invernadero, un pequeño bosque y un espacio social con mesas y sillas. El recinto no dispone de aseos ni de un espacio resguardado de la lluvia, lo que limita un poco su desarrollo, pero permite sin embargo acoger a grupos y especialmente a grupos escolares.

Descripción de la actividad

Objetivos y resultados

El proyecto, dirigido principalmente por dos voluntarias jubiladas (Emmanuella para los alumnos discapacitados de la escuela de agricultura y Maria Gracia para los alumnos de la escuela primaria local) tiene como objetivo concienciar a los niños de su responsabilidad en la protección del medio ambiente, enseñarles a cultivar un huerto, reconocer las plantas y aprender sus usos, así como crear vínculos sociales entre los voluntarios (generalmente jubilados) y los niños (y ocasionalmente sus padres). Los proyectos para alumnos de secundaria y primaria son diferentes, pero ambos forman parte de un programa a largo plazo.
En cuanto a los alumnos de secundaria (3 alumnos, 40 horas al año), llevan un año dedicándose a las plantas aromáticas. Su trabajo se basa en fichas descriptivas elaboradas por Emmanuella (véanse las fotos y el contenido al final del documento). Identifican las plantas, elaboran dibujos, fichas recapitulativas y planes de plantación, y aprenden a utilizar estas plantas. Este año el proyecto ha continuado con las flores comestibles, y después será el turno de las frutas.
Para los escolares, el programa es similar pero simplificado. Participa una clase entera con su profesor (de 15 a 20 alumnos de 6 a 10 años, que acuden de 2 a 3 veces al mes a lo largo del año desde hace 3 años, con 2 profesores sucesivos). Al principio, los niños tenían entre 4 y 7 años. Por tanto, las actividades del huerto evolucionan con su edad.

Etapas de la aplicación

Para el proyecto con la escuela primaria local:

La idea surgió de Roberto, que tenía dos hijos pequeños a los que llevaba al huerto (un recurso educativo ya existente, pues el huerto se creó en 2014)
2018: primer acuerdo con la escuela primaria local (inicialmente con niños de 8 a 10 años).
2020-2021: formación de María Gracia con Roberto, que luego dejó el proyecto por motivos personales.
María Gracia dirige el proyecto como voluntaria
Establecimiento de una asociación más completa con la escuela: los niños vienen por las mañanas de 9 a 12 horas y luego pueden quedarse a comer en el huerto. El proyecto permite que los mismos alumnos acudan durante 5 años consecutivos, iniciando la actividad cuando son más pequeños.
Los niños son recibidos por voluntarios y se organizan actividades: los niños se dividen en grupos de 3 con un adulto (Maria Gracia, Emmanuella, Anna, Catherina, etc., así como el profesor y posiblemente los padres). Las actividades en el huerto son: observar, sembrar semillas, regar, preparar la tierra, quitar las malas hierbas, utilizar la azada, hacer compost, plantar sus plantones, hacer un espantapájaros, realizar actividades artísticas para el Día de la Madre y del Padre (sembrar flores, sales o azúcar aromatizados con plantas aromáticas, imprimir flores y hojas en papel especial)…
Movilización de las familias para comprar semillas y guantes y proporcionar el picnic
Mantener el vínculo entre los niños y el huerto durante los periodos de mal tiempo o las vacaciones de verano mediante el envío de fotos del huerto por parte de María Gracia.
Celebración de los logros en fiestas y comidas compartidas organizadas con padres, profesores y funcionarios municipales (preparación de paneles explicativos).
Visitas oficiales de los departamentos de educación y medio ambiente de la ciudad de Roma
Para los alumnos de secundaria, el protocolo era similar, pero sólo afecta a 3 alumnos discapacitados. El proyecto está dirigido por Emmanuella. Como los niños son mayores, el material didáctico es más completo (fichas descriptivas) y los niños siguen un mismo tema durante un año (plantas aromáticas, flores comestibles, frutas).

Ventajas y beneficios

Los niños toman conciencia de la protección del medio ambiente: biodiversidad, conservación del suelo, gestión del agua, compostaje, etc. Adquieren conocimientos sobre estos temas. También aprenden a cultivar un huerto y a producir alimentos sin pesticidas ni abonos químicos. Reaprenden a establecer el vínculo entre la naturaleza y los alimentos, el gusto, los olores y los cuidados terapéuticos a través de las plantas.
La particularidad de los proyectos educativos del Huerto Monte Ciocci es la continuidad de las actividades con los mismos niños de forma regular durante largos periodos. Esto hace que el aprendizaje sea más eficaz. Los vínculos que se crean con el huerto y las personas que los acogen son más fuertes. Los niños, entusiasmados, transmiten lo que aprenden a sus familias.
Los voluntarios implicados, a menudo jubilados, se sienten valorados y útiles por lo que pueden transmitir. Los lazos intergeneracionales se refuerzan, al igual que los vínculos entre los voluntarios.

Competencias y aptitudes requeridas

Para llevar a cabo estas actividades educativas, es necesario contar con un soporte existente, a saber, un huerto, o poder crearlo. Es necesaria la asociación de flores (comestibles y no comestibles), plantas aromáticas (perennes y anuales) con el cultivo de hortalizas. Se requieren conocimientos de botánica y horticultura, así como aptitudes para enseñar a los niños. Emmanuella fue arquitecta paisajista y profesora de historia del arte. María Gracia fue tutora y luego enfermera en el hospital, antes de ser profesora en la escuela de enfermería. También hay que saber relacionarse con los colegios para proponerles el proyecto, explicarles sus ventajas y conseguir que acudan al huerto. Por último, debe ser capaz de celebrar los resultados y demostrar el impacto social a las autoridades.

Evaluación

La actividad, que empezó hace seis años, parece ser un verdadero éxito. Si consiguen que se les conceda otra parcela, situada cerca, para ampliar el huerto, los voluntarios se plantean hacerse cargo de una segunda aula de la escuela primaria. Los voluntarios que conocimos están encantados con la interacción con los niños y muy motivados. Las fotos de los niños durante los talleres y las visitas dan una idea de lo mucho que disfrutan viniendo al huerto. La riqueza del aprendizaje y los lazos creados entre los voluntarios, los niños, los profesores y los padres son testimonio de un gran interés por la sociedad y su necesaria evolución (cuidado de la naturaleza y de las personas)…

Conclusiones

El desarrollo de actividades de naturaleza y horticultura con los niños requiere un apoyo existente y adecuado. La diversidad de plantas y espacios (huerto, plantas aromáticas, flores, huerto) es una ventaja. La presencia regular de voluntarios motivados, que sean educadores y tengan conocimientos de plantas y horticultura, es esencial. Este planteamiento ayuda a que los niños se interesen por la naturaleza y la horticultura, lo que les hace tomar conciencia de la preservación del medio ambiente y los recursos. También les hace conscientes del vínculo entre la naturaleza y su alimentación. La participación regular de los niños durante varios años permite afianzar el aprendizaje de forma duradera e implicar también a sus familias. Por último, esta actividad, que reúne a jubilados, con su gran experiencia, y a niños, contribuye a crear fuertes lazos sociales y de respeto hacia las personas mayores. La preparación y organización de los talleres también crea vínculos entre los voluntarios.

Consejo / Recomendación

En este ejemplo, los alumnos de primaria pueden venir a pie, al igual que los de secundaria. Con vistas a ofrecer actividades a largo plazo, es importante asegurarse de que las escuelas podrán asistir con regularidad.
Es importante asegurarse de que hay suficientes voluntarios para supervisar adecuadamente a los niños.
El huerto debe ser accesible y estar bien organizado para facilitar el aprendizaje. La señalización es esencial para orientarse. Las zonas de cultivo deben ser adecuadas para los niños (baja estatura). Las actividades deben ser coherentes y suficientemente variadas para despertar el interés de los niños.
Debe mantenerse un vínculo conocido para fomentar el interés de los niños y promover su aprendizaje.